Una enfermedad infecciosa no identificada de repente estalla, provocando una destrucción generalizada. La enfermedad infecta a sus víctimas a través de su sistema respiratorio y se tarda sólo 36 horas para que las personas infectadas mueran. Una lucha desesperada sobreviene para poder controlar la epidemia.
Aquellos que quedan sanos, que son pocos, tratan por todos los medios de atajar a la enfermedad, algo complicado pues como hemos visto mata a través del aire y con mucha rapidez, de manera que no se puede hacer apenas nada, más que mirar la tragedia y esperar la propia muerte.
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